martes, 1 de noviembre de 2011

#Medianeras


Buenos Aires crece descontrolada e imperfecta. De esta forma crecen sus habitantes. Así son sus calles, sus plazas y su arquitectura. O por lo menos así lo pensó Gustavo Taretto, director de la nueva producción argentina, Medianeras.
Ya muchas veces he escrito sobre Buenos Aires y su cultura, de lo hermosa que es –y es algo que no pongo en duda- y de lo fácil que me enamora con el pasar de los días. Pero Buenos Aires es también ciudad del caos, ciudad de la furia, ciudad de todos y de nadie. En él habitan un sinfín de realidades que en su totalidad no se conocen, sueños que raramente se hacen realidad, historias de amor que nunca empiezan.
Medianeras no es una película de amor. Es todo lo que no te esperas. Te sientas en esa pequeña –e incómoda- silla del cine esperando ver una historia rosa con hermosas escenas de la ciudad y resulta ser todo menos eso. Medianeras es la realidad de una sociedad que crece, como bien lo describe su personaje principal, descontrolada e imperfecta. Así de incorrecto es el amor. Así de bonito.
Su dirección de fotografía, personajes, guión y adaptación hicieron que me enamorara –nuevamente- de esta ciudad. Medianeras es una película que puedes ver un sinfín de veces y te encantará como si fuera la primera vez.
Después de todo, y con el estómago apretado de tanto reírme, sólo pensé ‘¿Dónde estás, Wally?’
¡Qué viva el cine independiente!

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